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Javier Becerra Seco
LICENCIADO EN HISTORIA
Viernes, 13 de junio 2025, 02:00
No pretendo con estas líneas alimentar rivalidades entre ciudades, provincias o comunidades autónomas con el objetivo de ver quién acredita más méritos para formar parte ... de la Comisión creada por el Ministerio de Cultura con motivo del centenario de la Generación del 27. La cuestión es mucho más sencilla: se trata, simplemente, de exigir un mínimo de objetividad y una valoración ponderada del papel que determinados territorios han desempeñado —y siguen desempeñando— en la configuración, desarrollo y legado de este grupo fundamental para la literatura española contemporánea.
Por eso resulta tan difícil de entender —y aún más de justificar— la exclusión de Málaga de dicha Comisión. Porque si hay una ciudad que ha estado íntimamente ligada a la Generación del 27, esa es Málaga. No hace falta más que repasar los nombres de quienes nacieron en esta tierra: José Moreno Villa, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, José María Hinojosa o María Zambrano, cuya aportación intelectual trasciende con mucho los márgenes estrictos del grupo. A ellos habría que sumar la figura de Jorge Guillén, que eligió Málaga para vivir sus últimos años y que deseó que sus restos descansaran en esta tierra a la que Vicente Aleixandre bautizó poéticamente como la Ciudad del Paraíso. Aleixandre, por cierto, fue también alumno del Colegio de los Jesuitas en Málaga. Rafael Alberti, Luis Cernuda, Gerardo Diego o el propio Lorca la frecuentaron. Y Juan Ramón Jiménez, aunque cronológicamente ajeno al grupo, también mantuvo estrechos vínculos con algunos de ellos a través de la ciudad.
Málaga no fue sólo cuna de autores fundamentales, sino también escenario clave en la consolidación y difusión de sus obras. La revista Litoral, impulsada por Prados y Altolaguirre, fue una plataforma editorial de referencia que proyectó a buena parte de la poesía española hacia nuevas cotas de modernidad estética. Esta emblemática y prestigiosa revista continúa manteniendo viva su memoria y su legado gracias al empeño de Lorenzo Saval, sobrino nieto de Emilio Prados y María Jesús Amado, hija de Jose María Amado. Gracias a Litoral —y a otras iniciativas posteriores impulsadas desde instituciones malagueñas, como la Diputación Provincial—, se ha mantenido durante décadas la memoria y el estudio de este grupo de escritores.
Desde principios de los años ochenta, Málaga apostó de forma decidida por promover y fomentar a través de múltiples actuaciones esta herencia, desarrollando actividades, publicaciones y centros de investigación que la han situado como uno de los vértices esenciales —e indiscutibles— en la configuración cultural de la Generación del 27.
Naturalmente, no cuestiono aquí la presencia de otras ciudades, como Sevilla o Granada, cuya vinculación con la Generación del 27 está fuera de toda duda y cuya incorporación a la Comisión se encuentra sobradamente justificada. Sevilla vio nacer formalmente al grupo, y es tierra natal de Luis Cernuda. Granada, por su parte, es inseparable de la figura de Federico García Lorca, cuya obra y trágico final le confieren una dimensión simbólica sin parangón dentro de su generación. La Fundación Lorca, creada por su sobrina con apoyo institucional, ha contribuido decisivamente a mantener vivo ese legado.
Personalmente, no puedo ocultar mi decepción —una más— ante un Ministerio que, en mi opinión, en asuntos tan importantes como este, en los que los malagueños consideramos tener méritos sobrados para ser tenidos en cuenta, parece tener la brújula cultural desorientada, apuntando en direcciones que reflejan más desconocimiento que mala fe. Esa es, al menos, la impresión que me deja. Aunque el resultado, en cualquier caso, es el mismo: una decisión injusta que margina, una vez más, a quienes han contribuido notoriamente al patrimonio literario de este país
Porque no estamos hablando solo de una herencia del pasado, sino de una realidad que se sostiene en el presente gracias a una labor continuada, rigurosa y comprometida como la que se desarrolla desde hace décadas en el Centro Cultural Generación del 27, que además custodia los mejores fondos bibliográficos del mundo sobre este grupo irrepetible de autores.
Espero que aún haya margen para la rectificación. Y si no lo hubiera, creo que corresponde a nuestras instituciones —Diputación, Ayuntamiento, Universidad— defender con argumentos sólidos, que los hay, lo que es justo y razonable, frente a una decisión del Ministerio que a priori, y a falta de conocer su exposición de motivos, resulta incomprensible y, en mi opinión, a todas luces injusta.
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