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El mural se encuentra en la pared exterior de un edificio de la calle Márques de Cádiz, en ese triángulo que vertebra a Segalerva, Capuchinos ... y El Molinillo. Muestra a cuatro personalidades malagueñas muy reconocidas. Cada una de ellas, una inspiración en sí misma. Son Victoria Kent, Nita Carmona, Pepa Flores y María Zambrano. La pared del edificio en cuestión pertenece al Colegio Miguel de Cervantes. En sus aulas, un alumnado muy diverso, marcado por la inmigración, ha interiorizado a cada una de ellas a través del estudio. «Este curso tenemos un total de 20 nacionalidades, imagina», resalta Ana Muñoz, la directora del centro.
Al lado de cada una de estas mujeres aparece un código QR. Una joven de 34 años, muy risueña, corte mohicano, color del pelo tintado de verde, retira con cuidado quirúrgico la horma del que se sitúa bajo la silueta de Pepa Flores. Esta joven responde al nombre de Daniela Miazzo, y ella se describe como «creativa multidisciplinar».
Esta artista de la ciudad italiana de Vicenza, afincada en Málaga desde 2017, es la creadora de este mural innovador que se estira unos 30 metros. Esa innovación tiene mucho que ver con el mencionado código QR, ese cuadrado que recuerda un poco al arte abstracto a lo Victor Vasarely, y que empezó a formar parte de la vida cotidiana de todo el mundo durante la pandemia. Por simplificar, en esencia, es una imagen que trabaja. Une a dos mundos y por ello es una parte importante de esta obra. «Porque lo que vemos no es un mural normal, es un mural de realidad aumentada», precisa Daniela. Esto significa que conecta al mundo físico con la información digital que reside en algún servidor.
Los trazos negros del código QR aún están húmedos y reflejan el brillo del sol e invita a una prueba 'in situ'. Un giro desenfadado con la muñeca y el móvil ya está apuntando. El aparato capta enseguida lo que recuerda también al patrón de una tabla de ajedrez y enseguida lleva a una plataforma que está cargada de contenido didáctico sobre las protagonistas. Ahí se puede leer que María Zambrano fue una de las intelectuales españoles más importantes o que se pone relieve al fenómeno que fue y sigue siendo Pepa Flores.
Esta técnica utilizada por Daniela se utiliza por primera vez en un mural de un colegio. Es habitual que los espacios que ofrecen estos centros aparezcan pintados y plasmen buen hacer de los artistas locales. Pero lo innovador es la combinación entre el evidente atractivo virtual y la misión didáctica. Ana Muñoz, la directora del Miguel de Cervantes, asegura que «somos el primer colegio que cuenta con un mural de este tipo».
Daniela está entusiasmada con el proyecto. La combinación de un mundo analógico con otro digital representa una novedad. Ella tiene claro que llegar a las generaciones nuevas pasa por ir más allá de los canales tradicionales. Un mural que llama la atención es el primer paso. Tiene que captar y despertar curiosidad. Pero el QR es el puente que lleva al móvil, algo así como el brazo extendido de los jóvenes.
La simbiosis continúa luego en el aula. Ana Muñoz, directora del Miguel de Cervantes, resalta que «todas las mujeres que aparecen en el mural son malagueñas que han sido influyentes en sus ámbitos y así lo han estudiado nuestros alumnos en clase». El mural tiene tirón entre los chicos y el impacto didáctico es más importante, si cabe, en este colegio. Si por algo se caracteriza al Miguel de Cervantes, es por ser uno de los centros con mayor trasfondo migratorio en la capital. «Aquí recibimos niños nuevos a lo largo de todo el curso», precisa Muñoz.
Las circunstancias serían complejas. En muchos casos, los únicos libros que ven algunos alumnos son los que tocan aquí. «El contexto marca mucho», recuerda Ana Muñoz. «Cuando la preocupación de los padres es ver como llegan a final de mes, otras cosas pasan a un segundo plano», añade.
El mural didáctico de Daniela ahora es también como una pasarela de referentes. Especialmente las chicas conocen así a mujeres que han logrado grandes cosas. A esta artista, que habla en perfecto 'malaguita', con ese ligero toque seductor que siempre tiene el italiano, lo que más le motiva es poder inspirar con su trabajo a unas niñas que tienen el futuro por delante. Ojalá, deja caer Daniela, puedan dedicarse a lo que realmente quieren. Lo piensa con la autoridad de haber transitado por el camino de trabajar en algo que no te gusta, realmente, para acabar dedicándose a lo que es su pasión: el arte.
Ahora, con esa sonrisa contagiosa, transmitiendo confianza y una sana autoestima, cuesta imaginar que Daniela, en otra vida, se pasaba las horas en una tienda de telefonía móvil. Fue cuando llegó a España, donde aterrizó primero en Granada. Ahora, ha encontrado su lugar en el mundo: en Málaga. «En la Trinidad», corrige.
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