

Joseph Stiglitz
Sitúa al líder de EE UU como el primer riesgo para la economía mundial y tilda de «fantasía» pensar que se puede acabar con la globalización
Nacido en Gary (Indiana), cuna del acero por su pasado industrial, Joseph Stiglitz conserva a sus 82 años la resistencia y firmeza de quien fuera ... asesor económico de Bill Clinton y economista jefe del Banco Mundial antes de recibir el Nobel de Economía en 2001. Más allá de su laureada trayectoria como economista, Stiglitz no ha cejado en su empeño de combatir, a través de sus obras, las consecuencias de la globalización neoliberal. Muy crítico con las políticas de Donald Trump, Stiglitz conversa con este diario en una calurosa y ajetreada mañana en Madrid.
-Tras unos años de pandemia, inflación, guerra y ahora tensiones comerciales, ¿cuál es el principal riesgo actual para la estabilidad de la economía global?
-Donald Trump, en muchos sentidos. La guerra comercial es el ejemplo obvio, pero no se trata solo de aranceles como ilustra el conflicto con China. Washington está muy enojado porque Pekín está restringiendo las exportaciones a EE UU y todo esto está aumentado la presion sobre la economía mundial. A la vez, EE UU no ha dejado claro si en la invasión de Ucrania está del lado de Putin o de Zelenski. Y la estabilidad en Oriente Medio también está en riesgo. Mires donde mires, hay nuevas fuentes de riesgo e inestabilidad geopolítica y geoeconómica.
-¿Cómo afectarán las actuales tensiones entre Washington y Pekín a las cadenas de suministro mundiales?
-El conflicto las está desestabilizando. Y tanto EE UU como Europa dependen excesivamente de los barcos que vienen de Taiwán. Es necesario reestructurar la economía mundial, especialmente en un mundo caracterizado por el riesgo geopolítico, para hacernos más resilientes. Pero creo que es una fantasía pensar que se podría acabar con la globalización, al igual que pensar que EE UU pueda desvincularse totalmente de China.
-¿Cómo ve el futuro de la globalización en un mundo fragmentado?
-Somos interdependientes. Y esta interdependencia económica significa que no podemos retirarnos por completo de la globalización. EE UU descubrió que depende totalmente de las tierras raras y los imanes chinos. Y aunque puede desarrollarlos por su cuenta, le llevará años hacerlo.
-¿Qué se puede esperar de las negociaciones de aranceles entre Washington y Bruselas?
-Las obsesiones y los conceptos erróneos de Trump desempeñarán un papel, así como la influencia de los oligarcas estadounidenses. Trump tiene una obsesión particular por los automóviles. Piensa que Europa es injusta porque no compra sus coches -que consumen mucha gasolina y que son demasiado grandes para sus carreteras- y los estadounidenses compran muchos coches europeos que están bien diseñados. Él ve esto totalmente injusto.
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-¿Qué aconsejaría a los negociadores europeos?
-Mi consejo es que haga lo que hizo China. Ser duro, reconocer que estás tratando con alguien que es caótico y que probablemente al final cederá de todos modos. Cuando más enérgico seas, más probabilidades tendrás de un triunfar porque si ve un signo de debilidad, lo aprovechará e intentará darte una paliza. China mostró el camino.
-La errática política comercial de Trump, ¿responde a un plan o es pura improvisación?
-Creo que solo está improvisando. Hay que entender qué es lo que le motiva y cómo ve el mundo. Piensa que el déficit comercial de EE UU es el reflejo de que otros países se están aprovechando. Su mentalidad es que como es el mejor país, todos deberían querer sus productos, por lo que EE UU debería exportar más de lo que importa. Esto va en contra de los principios económicos.
-¿Es posible aplicar políticas industriales nacionales sin caer en un proteccionismo dañino?
-Algunas políticas industriales se centran en fomentar la producción nacional. La ley de chips fue un intento de ayudar a las empresas estadounidenses o extranjeras a producir chips en EE UU. La Inflation Reduction Act (IRA) también pretendía fortalecer nuestra capacidad de energía renovable. Fortalecer las universidades y las capacidades de investigación no es proteccionista. En realidad, se basaba en la resiliencia. No se trataba de excluir todo lo que había en el extranjero, sino de fortalecer nuestras propias capacidades de producción.
Economía española
-España ha reducido el desempleo, pero sigue teniendo una de las tasas de paro juvenil más altas de la UE. ¿Qué explica este problema estructural?
-Algunos países como Alemania y Austria tienen una larga trayectoria en diseñar un sistema educativo que facilite el paso de la escuela al trabajo de una manera más eficaz. Quizás España debe estudiar algunos de estos programas y ver si los puede adaptar a sus circunstancias, aunque algunos de los puntos en los que España es fuerte no son tan fáciles.
-La vivienda se ha convertido en un impulsor de desigualdad.
-Es en la vivienda donde las desigualdades en los ingresos se hacen más evidentes, pero es un problema en muchos países del mundo, no solo de España. La industria de la construcción está muy descentralizada y la consecuencia es que no ha habido tanta innovación como en la industria manufacturera, donde los precios han bajado. Así que el precio relativo de la vivienda ha aumentado. Hay que analizar las cuestiones sistémicas sobre por qué es así y no centrarnos únicamente en por qué es un problema en España.
-El Ingreso Mínimo Vital (IMV) cumple cinco años pero no llega a muchos hogares necesitados y una gran mayoría de perceptores continúa en riesgo de pobreza. ¿Qué lecciones extrae de esta experiencia? ¿Cómo deberían diseñarse estos programas para ser más eficaces?
-No estoy muy familiarizado con el IMV por lo que no puedo responder por qué no ha sido tan eficaz como algunas personas esperaban. Pero sugeriría que probablemente este ingreso no sea o suficientemente amplio. Si se quiere sacar a las personas de la pobreza, a las personas que tienen ingresos muy limitados, hay que darles niveles de ingresos que estén por encima de los niveles de pobreza. Y eso es muy difícil de pagar.
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